Monumento a la campana
En la tarde del 25 de agosto de 2016 las campanas de Artajona/Artaxoa tocaron a rebato, un toque que no se había producido en décadas, tanto que para muchos habitantes de la villa del Cerco era la primera vez que lo oían. No importó, pues siguiendo un instinto atávico, con los primeros tañidos de las campanas de la iglesia de San Saturnino, esas que se oyen en todo el término municipal, todo el mundo salió a la calle y se dispuso a hacer frente a un fuego pavoroso que amenazaba con engullir todo a su paso. En el campanario unas manos, las de Javier Urdíroz y las del párroco Fermín Macías, jalando frenéticas de la cuerda de la campana María de San Saturnino. A los pocos días todavía con el susto en el cuerpo al contemplar la línea negra de devastación del incendio, Estrella y sus compañeros de la Asociación de Bandeadores de Artajona volvían a subir al campanario de la torre a bandear las campanas, esta vez con el toque festivo de un día de boda.
En Artajona, al igual que en todos los pueblos, siempre se han tocado las campanas. Y esto es así porque durante siglos fueron el sistema de comunicación más eficaz que con sus diferentes toques indicaba dónde ocurrían las cosas, si se había desatado un fuego o amenazaba algún otro peligro, si era día festivo o si alguien había muerto. Ellas marcaban el ritmo del día, el toque de misa cada mañana para despertar, el del ángelus al mediodía y el de ánimas por la noche para poner fin a la jornada. Reunían al vecindario en batzarres y anunciaban las fiestas. Todo un sistema de comunicación a distancia sin cables que desde tiempo inmemorial llenó la cotidianeidad de pueblos y ciudades.
Asociación de bandeadores
Con la electrificación de los campanarios, el lenguaje de las campanas así entendido desapareció en la mayoría de los lugares. No en Artajona donde tras la restauración que entre los años 70 y 80 del siglo pasado se hizo a las campanas de San Saturnino, una asociación cultural creada en el año 1981 decidió recuperar el bandeo y el campanario del Cerco no se electrificó. Aquella iniciativa cuajó y se convirtieron en la Asociación de Bandeadores de Artajona que hoy cuenta con un plantel de 32 personas bandeando, de entre ellas cuatro mujeres -Mª Carmen Etayo, la más veterana, Eva González, Sabina Guembe, la última incorporación, y Estrella Iriarte, la más joven-, y un calendario anual de 26 actuaciones fijas entre misas, cabalgata y procesiones, que se convierten en más de 40 porque poco a poco van sumando otros compromisos civiles y religiosos a los que se prestan gustosos, tal y como indica entusiasta Benito Linzoáin, presidente de la asociación.